El ser humano se ha venido maricón

Estaba yo de lo más tranquilo, ensartando carne, panceta, cebolla y morrón en un palo de brochette, cuando la acción del ensarte provocó que el palo se piante, y me clave la argolluda punta en la palma de la mano.
La primer sensación, fue la de haber perdido la sensibilidad en los dedos, que la sangre que manaría de mi herida abierta inundaría la cocina, que yo caería redondo y que ahí quedaría, muerto patas parriba, víctima de un brochettazo.
Pasado el impacto inicial, terminé de ensartar un par de cachitos de panceta y una cebolla pequeña, y me fui a lavar la mano. Agua fría y corriendo, ah mierda! que frío.
La herida me latía, me ardía y más que nada me molestaba.
Dejé pasar un rato, y cuando ya no dolía tanto, me digné a inspeccionar la herida con detenimiento. Es un arañoncito de mierda! Me siento estafado!
Yo pregunto entonces, si un arañazo de mierda provoca que uno quede casi con la mano inutilizada, un golpe con el pie descalzo contra la pata de una silla le hace a uno estallar en lágrimas, un golpe ligero en el muslo lo deja a uno paralítico por media hora... cómo me voy a tragar escenas de libros, de películas y series, donde al valiente héroe lo cagan a trompadas, lo ensartan con una espada e infinidad de atrocidades, y el caballero sigue, de lo más campante. Y ni hablar de los seres humanos que han vivido en este ingrato planeta, antes de la invención de la estufa y los abrigos de microfibra!
En la edad media, debía hacer un frío del recarajo, y ellos con esas botas que apenas si eran un cacho de cuero doblado, una túnica de lana, que además debería oler a mil demonios, y una capa de alguna tela, y allá van, se recorrían el campo arriando ovejas y seguramente no mariconeaban como hacemos todos ahora! Que el frío, que un dolor de espalda, que un arañazo con un palo de brochette, es así nomás. El ser humano se está poniendo cada vez más puto.